Datos personales

viernes, 25 de octubre de 2013

¿Más viejo? Toma más riesgo


¿Más viejo? Toma más riesgo
@manuelgarciaCO


Algunos datos lucen, desproporcionados, pero altamente interesantes: el dato reciente, tiene que ver con el hecho de que en Estados Unidos, 10 mil personas por día, durante los próximos 17 años, se pensionarán. Esto nos da que al 2030, tendremos cerca de 45 millones de personas pensionadas adicionales en USA, que representará más del 10% del total de su población.

Esto impone grandes desafíos, para los sistemas de seguridad social, especialmente el de salud, pero también a las personas como inversionistas de largo plazo, pues la ecuación cada vez se complica más. Los futurólogos estiman que en este momento, ya vive sobre la faz de la tierra el primer humano que alcanzará los 150 años de vida, lo cual implícitamente está diciendo que cada vez va a ser más complejo para las finanzas públicas (en algunos casos) y para las finanzas personales (en muchos otros), soportar pensionados que consumirán recursos por un tiempo mayor.

Así, la necesidad de planear efectivamente el ahorro y la inversión se convierte en una necesidad imperante para todos los que trabajen en finanzas. No es cómo “pegarle” al activo más beneficiado mañana, sino cómo generar un retorno muy alto en el largo plazo, precisamente porque cada vez será más evidente que se debe construir un capital en la edad productiva, para poder disfrutar de su desacumulación en la edad no productiva.

Un ejercicio muy interesante adelantado por los académicos en USA, muestra que una pareja de retirados (a los 65 años), necesitan, al día de hoy, disponer de recursos por lo menos por 25 años; esto porque la edad promedio de muerte del último miembro de la pareja, es a los 90 años.   

Pero aquí viene lo más interesante de todo: muchas veces la teoría tradicional muestra que a mayor edad, se debe invertir en activos más seguros, tradicionalmente bonos. Sin embargo, con una población con aumento de la edad,  en una población que quiere seguir manteniendo un nivel de vida en los últimos años, los retornos reales (descontando inflación) de un portafolio de bonos, no sirve para este propósito.

Una pareja de jubilados a los 65 años, tendrá un 13% del valor real del portafolio cuando lleguen a 90 años, si invierten en bonos. Si lo hacen en acciones, tendrán el 70%. Esto les garantizaría cerca del 80% al 90% de las necesidades cubiertas. Con activos que se encuentran en mercados más desarrollados, como las anualidades variables o los SPIA, mejora el porcentaje de necesidades cubiertas, pero desmejora (frente a un portafolio invertido únicamente en acciones) el valor real del portafolio. 

Es aquí el punto donde entra, nuevamente, la expectativa del tiempo: los 25 años que tiene por delante una pareja de jubilados, antes de que los dos fallezcan, es un tiempo más que prudencial para que desequilibrios de corto plazo (pueden ser meses), se corrijan, y brinden al jubilado, un portfolio que le permita disfrutar de mejores condiciones en los últimos años.

Es difícil a veces imaginar cómo una persona de edad avanzada pueda invertir en acciones, casi que exclusivamente; pues crecimos con la teoría tradicional. Sin embargo, era un mundo diferente, en el cual los bonos tenían características diferentes; y la población un proceso demográfico mucho más corto. Es necesario que antes de que sea tarde, pensemos en temas que parecen lejanos, pero que nos impactarán profundamente al cabo de unos años.

jueves, 17 de octubre de 2013

Acumulación China y efectos colaterales


Acumulación China y efectos colaterales

@manuelgarciaCO


Se conoció el dato de acumulación de reservas internacionales de China para el tercer trimestre del año, que arrojó una cifra, nada despreciable, de 163 mil millones de dólares. Como lo leen: 163 mil millones; los cuales, sumados a los 177 mil millones y 46 mil millones del primer y segundo trimestre, respectivamente, dan, según los entendidos, la tercera mayor acumulación de reservas en el año corrido por parte de China en la historia.  Y eso que China está desacelerándose.

Lo más interesante de todo esto, es que China logra acumular reservas internacionales con base en los superávit comerciales, en medio de un mundo que, según la información económica que nos ha llegado, le estaría comprando menos a China, lo que explica la desaceleración del gigante asiático. Este dato de reservas, nos confirma que quizá esta percepción no es lo suficientemente cierta.

Y esto, de forma adicional, nos debe llevar a análisis de las implicaciones que esto tiene, y lo que realmente significa. Por un lado, significa que China sigue siendo el proveedor mundial de muchos bienes, lo que explica que la industria en otras partes esté desacelerándose. Ya sé que me vuelvo altamente repetitivo, pero algunos países emergentes, están sufriendo de enfermedad holandesa: sus sistemas productivos están marchitándose, y China se ha vuelto el que suple las necesidades de muchos bienes, mientras vivimos, la ilusión de economías boyantes por nuestros recursos naturales. Grave error.

Lo siguiente, es que parte de esta acumulación de reservas irá necesariamente a parar a Tesoros norteamericanos, aunque los datos publicados muestran que parte de las ganancias del trimestre en las reservas de China, se dio por la diversificación que tiene en monedas como el euro y la libra esterlina. Y esto quizá continúe hacia el futuro, lo cual parece garantizar que las monedas del Viejo Continente, pueden verse beneficiadas aún por un tiempo adicional.

Pero más importante es el rol que jugará un verdadero gigante: la CIC (China Investment Corporation), el brazo de inversión del gobierno chino, que con base en el exceso de reservas, está buscando oportunidades productivas de inversión en cualquier parte del mundo. Ya en el pasado hemos visto lo que la CIC es capaz de hacer: invertir en petróleo, agricultura, sector automotor, bancos, etc. Incluso, en momentos en que la liquidez de los bancos era extremadamente baja (por la restricción de 2011), la CIC invirtió en los propios bancos chinos, convirtiéndose, de esta forma, en el principal accionista.

Es sabido que el ICBC (Industrial and Comercial Bank of China), el banco más grande del mundo por activos, está en pleno proceso de expansión y que, para referencias cercanas, ya incursionó en Brasil. Aquí lo importante de entender es que un banco como ICBC (o Bank of China, ABC o Bank of Communications; por mencionar los cuatro grandes), se quieren convertir en jugadores de primer nivel incluso, en temas como banca de inversión. Y con el músculo financiero que tienen de respaldo, es muy probable que empecemos a ver mayor competencia proveniente de Asia en los próximos años.

Es interesante ver las implicaciones que tiene una sencilla noticia. Hay muchas más, eso es seguro, pero esta que conozco de primera mano, no debe pasar desapercibida, especialmente para los jugadores locales, que si bien se han fortalecido en años recientes, podrían ver aún mayor competencia en los años venideros. Quizá sería interesante buscar alianzas con estos bancos, antes que ellos decidan entrar a LATAM con fuerza. 

domingo, 13 de octubre de 2013

Déficit, enfermedad y depreciación


Déficit, enfermedad y depreciación

@manuelgarciaCO

Viene tomando fuerza un tema sobre el que hablábamos meses atrás: la necesidad de revisar los déficit de cuenta corriente de los países emergentes, como un indicador del potencial de problemas que pueden sufrir las monedas locales ante el cambio de rumbo que va a tomar la política monetaria mundial en los próximos meses/años.

Sobre el tema del déficit existen varias corrientes, aunque la perspectiva básica es que un déficit de esta cuenta es, en general, malo. Se puede matizar, es cierto, bajo el argumento de que si el déficit implica una balanza comercial desfavorable, pero cuyo desbalance sea producto de importaciones de bienes productivos, esto pone al país en una senda de mayor competitividad en el futuro. También, como un déficit en cuenta corriente lleva, según la economía básica, a una depreciación de la moneda local, esto debería promover positivamente las exportaciones; disminuyendo de esta forma el efecto que sobre la economía puede tener la caída del precio de la moneda local.

Sin embargo, también se hace extremadamente necesario mirar los patrones de enfermedad holandesa en las economías emergentes, para encontrar, de una manera más profunda, quién de verdad tiene unos problemas gigantes. La relación básica: la enfermedad holandesa implica el desplazamiento de la industria productiva por un sector de la economía particular, muchas veces un bien básico, como el petróleo o el gas. Este desplazamiento del aparato productivo, y la “felicidad” que producen los flujos fáciles de dinero,  lleva a incrementos (desmesurados, claro está) en el precio de servicios y de los denominados bienes no transables, como el sector inmobiliario. Y, obvio, a que las importaciones crezcan, ya que, recordemos, la industria local se marchita.

El problema surge, en este momento de la historia, cuando se juntan el hambre y las ganas de comer. Los países emergentes en conjunto tuvieron una época de bonanza durante los últimos 11 años, alimentada por los dineros baratos provenientes de los principales bancos centrales. Algunos hicieron muy bien su tarea, pero otros no tanto, y aquí es donde se debe empezar a ver con cuidado la situación. Me late, por el desarrollo de algunos acontecimientos, que llegado el caso, nos vamos a encontrar con países de doble problema: déficit en cuenta corriente y enfermedad holandesa. Lo cual es terrible.

No sólo la depreciación de la moneda no ayudará a las exportaciones (pues la industria exportadora estará casi muerta), sino que se demandarán muchos dólares para cubrir el hueco que van a dejar las importaciones; las cuales, como se entenderá, no son fáciles de reemplazar. Énfasis, nuevamente, en que la industria local sufrió una avería. Por eso, a los países emergentes que tienen este patrón, les toca tomar medidas para evitar malos ratos en el futuro. Una de esas medidas es, si todavía no lo han hecho, provisionarse de reservas internacionales, fomentar nuevamente el aparato industrial, ver la forma de ser menos dependientes de las importaciones.

La evidencia al día de hoy muestra que las principales cifras macroeconómicas no son tan malas como eran, por ejemplo, las de Tailandia en 1996. En cierta medida, difiero de esta apreciación, pues las mismas cifras en los mismos indicadores quizá sean mejores, pero hay otros indicadores que quizá se hayan pasado por alto, y que implican un riesgo inminente. Por ejemplo, saber quién tiene los brotes de enfermedad holandesa.

Todo este panorama sigue indicando que para los que tenemos la obligación de estructurar portafolios de inversión, una de las claves es diversificar con posiciones en moneda extranjera y con activos en el exterior; y no centrándonos en los mercados locales, pues a menos de que sepamos muy bien en qué tipo de país vivimos (y que también lo sepan, igual de bien, los inversionistas extranjeros); la volatilidad puede aparecer cuando menos lo pensemos.     

Épocas turbulentas, nada cambia en perspectiva


Épocas turbulentas, nada cambia en perspectiva

Se activó uno de los eventos que estaban esperando los mercados financieros para octubre: el ‘shutdown’ en USA, o parálisis de alguna parte del gobierno federal. Ahora, viene el segundo tema, el techo de la deuda el próximo 17 de octubre, que también será un interesante tema político a seguir con atención, y que generará, como no es de otra forma, turbulencia en las inversiones internacionales.

Ahora bien, hace dos semanas tuve la oportunidad de escuchar a un analista político de uno de los grandes bancos de inversión, quien explicaba que, a pesar de que USA no pudiera emitir deuda por un período de tiempo, el gobierno contaba con algunos fondos de efectivo que utilizaría en caso de ser necesario (obviamente, no son ilimitados), lo cual mitigaría el impacto. Además, la mayoría de contratos son firmados por largo plazo, y muchos de ellos ya fueron previamente fondeados, por lo cual muchas actividades no tienen el riesgo de entrar en parálisis absoluta, así los políticos, como ocurre siempre en estos casos, busquen protagonismo, defiendan intereses particulares, y no se pongan de acuerdo en detrimento de la economía como un todo.

Pregunta clave es qué estará pasando por la cabeza de los miembros de la Reserva Federal en este momento. Cuatro días de parálisis (al momento de escribir esta columna), tendrán un impacto sobre el PIB del cuarto trimestre, y si la misma persiste, su efecto podría ser, en términos relativos, lo suficientemente grande para cuestionar el crecimiento potencial de USA. Este panorama no es alentador de cara a la decisión que tiene que tomar la FED: disminuye o no disminuye los estímulos monetarios. Si le preguntan a cualquier analistas, en mitad de junio, la decisión de la FED no tenía reversa: los estímulos se iban a disminuir, fuera en septiembre, octubre o diciembre.

Pero al día de hoy, la decisión de cuándo y cuánto, quizá ya no parece tan sencilla. Presiento que dependiendo de la magnitud de la parálisis y su efecto sobre algunas variables claves, los analistas empezarán a cuestionar la temporalidad para que la FED actúe, lo cual creará aún mayor incertidumbre para el mercado financiero. No será malo para algunos activos, los de riesgo; pero sí seguirá alimentando el precio de algunos activos a los que ya, estructuralmente, muchos inversionistas no les tienen confianza. Lo cual no es para nada bueno, pues nos crearía, nuevamente, algunas complicaciones el próximo año.

Ahora bien, estos eventos, puntuales y dolorosos, no deben cambiar la perspectiva de mediano y largo plazo ante un cambio estructural que se viene dando en las inversiones internacionales: los flujos de inversión han salido de emergentes, se han ido para USA, y el acumulado desde finales del año pasado, sí muestra que han alimentado el apetito por acciones norteamericanas. Esto debe seguir, así el día de hoy, la cosa no sea tan evidente.

Nuevamente, los activos que llaman la atención se centran en acciones y en dólares. Es un tema estructural, no es un tema de corto plazo, por lo cual hay que tener cuidado en diferenciar las dos cosas, pues mucha gente, informada o no informada, espera ver resultados inmediatos con una estrategia de inversión en una semana. La respuesta es que no: una cosa es el trading puro, otra cosa muy diferente es la estrategia de inversión trazada para generar frutos constantes. Muchos olvidan esto, pensando que todos los días se le debe “pegar” al activo más favorecido.

Épocas turbulentas, nada cambia en perspectiva


Épocas turbulentas, nada cambia en perspectiva

Se activó uno de los eventos que estaban esperando los mercados financieros para octubre: el ‘shutdown’ en USA, o parálisis de alguna parte del gobierno federal. Ahora, viene el segundo tema, el techo de la deuda el próximo 17 de octubre, que también será un interesante tema político a seguir con atención, y que generará, como no es de otra forma, turbulencia en las inversiones internacionales.

Ahora bien, hace dos semanas tuve la oportunidad de escuchar a un analista político de uno de los grandes bancos de inversión, quien explicaba que, a pesar de que USA no pudiera emitir deuda por un período de tiempo, el gobierno contaba con algunos fondos de efectivo que utilizaría en caso de ser necesario (obviamente, no son ilimitados), lo cual mitigaría el impacto. Además, la mayoría de contratos son firmados por largo plazo, y muchos de ellos ya fueron previamente fondeados, por lo cual muchas actividades no tienen el riesgo de entrar en parálisis absoluta, así los políticos, como ocurre siempre en estos casos, busquen protagonismo, defiendan intereses particulares, y no se pongan de acuerdo en detrimento de la economía como un todo.

Pregunta clave es qué estará pasando por la cabeza de los miembros de la Reserva Federal en este momento. Cuatro días de parálisis (al momento de escribir esta columna), tendrán un impacto sobre el PIB del cuarto trimestre, y si la misma persiste, su efecto podría ser, en términos relativos, lo suficientemente grande para cuestionar el crecimiento potencial de USA. Este panorama no es alentador de cara a la decisión que tiene que tomar la FED: disminuye o no disminuye los estímulos monetarios. Si le preguntan a cualquier analistas, en mitad de junio, la decisión de la FED no tenía reversa: los estímulos se iban a disminuir, fuera en septiembre, octubre o diciembre.

Pero al día de hoy, la decisión de cuándo y cuánto, quizá ya no parece tan sencilla. Presiento que dependiendo de la magnitud de la parálisis y su efecto sobre algunas variables claves, los analistas empezarán a cuestionar la temporalidad para que la FED actúe, lo cual creará aún mayor incertidumbre para el mercado financiero. No será malo para algunos activos, los de riesgo; pero sí seguirá alimentando el precio de algunos activos a los que ya, estructuralmente, muchos inversionistas no les tienen confianza. Lo cual no es para nada bueno, pues nos crearía, nuevamente, algunas complicaciones el próximo año.

Ahora bien, estos eventos, puntuales y dolorosos, no deben cambiar la perspectiva de mediano y largo plazo ante un cambio estructural que se viene dando en las inversiones internacionales: los flujos de inversión han salido de emergentes, se han ido para USA, y el acumulado desde finales del año pasado, sí muestra que han alimentado el apetito por acciones norteamericanas. Esto debe seguir, así el día de hoy, la cosa no sea tan evidente.

Nuevamente, los activos que llaman la atención se centran en acciones y en dólares. Es un tema estructural, no es un tema de corto plazo, por lo cual hay que tener cuidado en diferenciar las dos cosas, pues mucha gente, informada o no informada, espera ver resultados inmediatos con una estrategia de inversión en una semana. La respuesta es que no: una cosa es el trading puro, otra cosa muy diferente es la estrategia de inversión trazada para generar frutos constantes. Muchos olvidan esto, pensando que todos los días se le debe “pegar” al activo más favorecido.