Datos personales

domingo, 30 de noviembre de 2014

Estructuralmente, depreciación de la moneda


Estructuralmente, depreciación de la moneda
La subida en el precio del dólar frente al peso colombiano ha tomado a muchos por sorpresa. Incluso, algunos de los más mediáticos analistas —entendido como los que más aparecen en medios, especialmente televisados; por lo cual a veces parece necesario apagar el televisor— han empezado a  cambiar su perspectiva sobre la divisa norteamericana: de decir a los cuatro vientos que el dólar terminaría el año alrededor de los $1.850; han cambiado su visión y ya hablan algo cercano a los $2.000. Si parafraseamos al Presidente, estos analistas dirían que “solo los bobos no cambian de opinión”, el problema es que cambiaron luego de que la evidencia fue tan fuerte que ya no pudieron soportar los niveles anteriores que habían estimado y les tocó, por la fuerza, ir hacia donde ya muchos estaban, es decir, hacia justificar la depreciación.

Ahora bien, una de las preguntas es si el dólar, después de esa fuerte subida corrige. Es el precio del petróleo o el giro de utilidades al exterior las únicas razones para explicar el actual precio del dólar? Mi respuesta es que no. Desde mi punto de vista el dólar se volvió un activo de retorno asimétrico, que en el mediano y largo plazo tiene todas las características para estar más arriba frente al peso.

Hay cosas que ya se saben, pero que se nos habían olvidado temporalmente, como el déficit en cuenta corriente. Financiado, hasta ahora, con la cuenta de capital, pero que en la medida en que venga menor inversión extranjera directa, esta financiación será más complicada. Tenemos, también, una mayor participación de extranjeros en el mercado local de acciones y, especialmente, de deuda pública. Esto quiere decir que también han llegado flujos por esta vía, pero que cada aumento adicional en la participación en estos mercados volverá aún más marginal cada compra. Me explico, porque suena enredado: los extranjeros en el mercado de TES han pasado de tener el 5% a cerca del 15% en un lapso de algo más de un año. Seguir incrementando ese porcentaje será marginal, si algún día llegan al 20%, pasar al 21% será un efecto menor que cuando pasaron del 6% al 7%.

Pero esto que ha sido bueno porque dinamiza el mercado, tiene un punto en contra: el día que quieran vender, especialmente si es ante un evento que dispare la sensación de riesgo, venderán una proporción muy fuerte en períodos de tiempo muy cortos. Esto, necesariamente, se debería traducir en una depreciación muy fuerte de la moneda local frente al dólar, en plazos muy cortos.    

Desde el año pasado vengo sosteniendo que muchos indicadores de algunos países de América Latina —incluyendo a Colombia, claro está— se me parecen a los que tenía Tailandia en 1997 cuando los hedge funds (fondos de cobertura) decidieron atacar, causando los estragos que ya conocemos. Repito, es una de esas oportunidades en que preferiría que estos miedos no se materializaran.

Mi cuento de Navidad 2014


Esa navidad sería diferente a las demás. Ya su rostro dibujaría una sonrisa, una de esas que no se borran aún ni en el más profundo de los sueños. Quizá era eso, solo un sueño. No, claro que no era un sueño, era verdad, debía ser verdad, una de aquellas que cambia la vida, que cambia la existencia, de las que se espera por largo tiempo, a veces, incluso, perdiendo algo de la fe en que llegue a suceder; pero en el fondo, muy en el fondo, de las que siempre se guarda una pequeña esperanza de que pasará, por alguna fuerza (de las desconocidas aunque deliciosas fuerzas) del destino.

Y esa navidad sería diferente, porque por vez primera, una navidad no lo llenaba de desasosiego. No es que fuera lo que la gente llama un “grinch”; no, de ninguna manera, sus motivos tenía para que no le gustara la navidad. No recordaba exactamente lo ocurrido ni los detalles precisos de aquella noche, pero en su mente, por esta época, siempre venían las imágenes cuando, luego de las risas que despiertan las doce campanadas que anuncian el arribo del 25 de diciembre, de la natilla, los buñuelos y los regalos que traía el Niño Dios —porque en aquel tiempo no los traía ni Papá Noel ni Santa Claus ni San Nicolás—, la tragedia tocó a su puerta: recuerda unas luces que enceguecieron sus ojos, recuerda el grito de su madre, pero sobre todo, recuerda a su padre —el que veía desde donde estaba sentado— moviendo el timón con un gesto de desesperación, tratando de evitar las luces que venían de frente a ellos.

Solo él se salvó en aquel accidente. Los noticieros reportaron que un conductor ebrio, que iba con exceso de velocidad, embistió de frente a un carro con una familia y que el pequeño hijo de la pareja había sido el único sobreviviente de esa tragedia. Reportaron, también, a las autoridades anunciando todo el peso de la ley para el borracho.  Y reportaron finalmente, días después, que el niño había entrado en tratamiento para superar el trauma. Y lentamente, la noticia se fue perdiendo, hasta que desapareció por completo.

Eso no importaba, porque desde aquel momento, lo único que realmente permaneció en el tiempo fueron las pesadillas que suscitaba el recuerdo de aquel diciembre, que aparecían como almas en pena, cada noche de navidad. Eran esas pesadillas que no lo dejaban dormir apenas la ciudad se vestía de verde y rojo, cada vez que aparecían en las vitrinas de los comercios los adornos en forma de copos de hielo o de hombres de nieve, cada vez que las pequeñas luces blancas empezaban a alumbrar las ventanas de las casas. Eran las pesadillas que lo llevaban a acostarse de lado en la cama, con las rodillas pegadas al pecho y las manos tapando sus orejas, queriendo evitarlas, queriendo callarlas, que no se repitieran en su cabeza una y otra vez. Pero eran las pesadillas que siempre volvían y que no se iban, por más que lo intentara.   

Pero él tenía un secreto —como todos tenemos secretos—muy bien guardado: a pesar de no querer la navidad, de manera oculta siempre había pedido, diciembre tras diciembre, que su alma se llenara de una nueva ilusión. Lo pedía con sus gritos internos, con su fuerza extrema, deseando que algo cambiara su destino. En el fondo no era muy diferente a cualquier otra persona, que en esta época se aferra a sus más profundos anhelos, pensando que esta temporada dará una ‘mano extra’ para que los mismos se cumplan. Aunque muchas veces perdió algo de la esperanza de que llegara a suceder —momento en el cual sus pesadillas se juntaban con la falta de fe, convirtiendo sus eneros en grises momentos de depresión—, seguía firme, año tras año, pidiendo esa ilusión para su alma. 

La navidad anterior, una estrella fugaz había aparecido en el horizonte, y él, tan dado a rehuir de las cosas más banales de la época, cerró sus ojos y con todo su ser volvió a pedir su deseo más profundo. Igual, nada se perdía intentándolo una vez más; nada se perdía con otro enero en el que las lágrimas de rabia y desazón corrieran por sus mejillas.

La mayoría diría que era una mujer común y corriente; muchos, incluso, dirían que no le encontraban gracia alguna. Para él, sin embargo, constituía el ser más hermoso que existía sobre la tierra. Ella era las flores de colores que se sobreponían a sus grises pesadillas. Era la risa de sus tristes eneros. Era el nuevo comienzo a sus años perdidos. Era el sueño de sus noches en vela.  Era la prueba irrefutable de que un deseo pedido a una estrella fugaz la madrugada del 25 de diciembre, se cumple. Pero era, sobre todo, el significado que le faltaba a su navidad.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Retornos asimétricos


Retornos asimétricos

Una de las mejores lecturas que he tenido recientemente es sobre el retorno potencial de los activos. No sobre cuál será su tasa de retorno, pues ese es un número que es incierto en el corto plazo, aunque la mayoría de activos brindan una tasa positiva en el mediano y largo plazo; sino en la forma en que los activos  producen sus retornos. Esto a primera vista no se entiende, pero es altamente poderoso: tradicionalmente, los retornos eran simétricos, es decir, seguían una figura estadística en forma de campana, que permitía a los que diseñamos portafolios de inversión, contar con cierta estabilidad al hacer los cálculos. En términos sencillos, la campana mostraba que así como era posible que una acción tuviera un retorno del 4%, también podía tener una desvalorización del 4%, con una media (que es donde caían la mayoría de retornos) alrededor del 0%.

Pero desde que empezó la sofisticación financiera, las cosas se complicaron. Muchos activos tienen retornos asimétricos, lo que quiere decir que su probabilidad de ganar o perder no es la misma y los pagos (resultados) son radicalmente diferentes en cada escenario. Piense en la lotería: su probabilidad de ganar es muy baja, pero su retorno es muy grande. Y al contrario: su probabilidad de no ganar es muy alta, aunque su costo es relativamente pequeño.

El problema de los activos de retorno asimétrico es que la probabilidad de ganar es alta pero su retorno es relativamente bajo, pero la de perder es baja con un costo asociado muy alto 8en el neto, se llega a que la retorno ajustado por riesgo es muy bajo). Lo más llamativo es que es en momentos en que se necesita mayor  estabilidad que este tipo de activos  se comportan peor, es decir, durante las crisis financieras. Por eso, muchos inversionistas se ven altamente golpeados cuando las cosas van mal, porque aunque son activos que generalmente tienen una correlación baja con bonos o acciones por sus características particulares, la teoría de diversificación no funciona en momentos de estrés.

Así, este tipo de activos parecen algo muy seguro y atractivo, pero esas dos características se ven únicamente cuando los mercados van bien. Cuando van mal, la probabilidad de un alto retorno negativo, que es muy baja, entra en acción, y al ejecutarse las pérdidas son sustanciales para los inversionistas que tienen estos activos. Algunos incluso, pueden llegar a perder todo el capital invertido. Eso, como dije anteriormente, representa un reto muy grande para los que diseñan portafolios de inversión, pues en situaciones normales, los activos benefician el portafolio (dan un retorno relativamente estable con una probabilidad de éxito muy alta y una correlación baja);  pero cuando se le hace una prueba de estrés al portafolio, los resultados cambian radicalmente. Muchos de estos activos son ilíquidos y eso complica aún más la ecuación, pues no permite deshacerse de ellos llegado el momento malo.

Infortunadamente, muchos inversionistas se dejan llevar por el folleto de los resultados históricos de estos activos (que siempre muestran la parte bonita), pero no se ponen a pensar en los riesgos potenciales si llega el momento malo. Y si los piensan, muchas veces encontrarán las justificaciones mentales para decirle a su asesor financiero, el porqué ese momento malo nunca llegará.

La fuerza del escenario por defecto


La fuerza del escenario por defecto
Es curioso encontrar cómo la condición humana es indiferente entre sociedades, culturas, países, entre otros. Uno de los más recientes estudios que he leído, muestra el efecto positivo que sobre el ahorro en Dinamarca tuvo un proyecto de débito automático implementado como un caso de análisis. Para ponerlo en contexto, Dinamarca provee algunos beneficios tributarios al ahorro, más sin embargo el grupo de investigadores encontraba que la dinámica no era como se pudiera esperar bajo esos términos.

La intervención sobre el grupo de estudio consistió en hacer una transferencia automática a un fondo constituido con una finalidad específica. Los resultados no pudieron ser más alentadores: el ahorro tuvo un incremento sustancial, y la conclusión lógica del estudio es algo que todos suponemos pero que con algo de rigor científico queda demostrado: el escenario default (el escenario que toca por defecto) es el que mejor trabaja para el humano promedio.

¿Qué quiere decir esto? Básicamente que a una persona promedio le da pereza ir y ahorrar por su cuenta. Pero si el default es debitar automáticamente hacia un fondo, los resultados son totalmente contrarios. Esto se ha comprobado en muchos otros casos, algunos de los más famosos tienen que ver con las cuentas 401k en Estados Unidos —las personas generalmente se quedan en el perfil de riesgo de la cuenta que les asignaron por default— o con casos como la diferencia entre países en la donación de órganos: en países donde es alta la proporción de personas que donan, el default es que todos son donantes; mientras en países donde el porcentaje es bajo,  el default es no donar.

Está comprobado, hasta la saciedad, que al humano promedio le da mucha pereza ir y cambiar el default, razón a la cual las intervenciones de política pública más exitosas a nivel internacional han estado asociadas a cambios de lo que le llega a las personas por default.

Encima a esto, si se ponen algunas restricciones al cambio del escenario básico, se logran intervenciones muy potentes. Porque más allá de las quejas que siempre vendrán de algunas partes, cuando la política está bien establecida y existen ganancias de la sociedad como un todo, los individuos tienden a aceptarla sin reparos en el mediano plazo. El caso de estudio del ahorro en Dinamarca muestra lo positivo de cambiar escenarios básicos y cómo puede contribuir al bienestar común (en un país que sus índices de bienestar ya son, de por sí, amplios).

sábado, 25 de octubre de 2014

¿Por qué no navego en un yate en Bahamas?


¿Por qué no navego en un yate en Bahamas?

En mis reuniones con inversionistas, una de mis máximas es: “si supiera con exactitud para dónde va el precio de algún activo, no estaría aquí, probablemente estaría tomando el sol en un yate en las Bahamas”. Digo esto porque muchas veces los agentes del mercado financiero tratan de establecer un portafolio o de hacer un rebalanceo con base en lo que retornará un activo. Grave error. Lo que sucede con esta “técnica”, es que probablemente la próxima vez que vaya donde el cliente, tenga que dedicar un gran tiempo de la reunión a explicar la razón por la cual esa perspectiva que usted había trazado, no se cumplió.

Así, aflorarán excusas de todo tipo: que la FED dijo, que la FED no dijo, que China creció, que China no creció, que la inflación, que la deflación, etc. Si bien los estudios rigurosos y juiciosos de las áreas de Análisis de las entidades financieras nos dan un buen punto de referencia, finalmente los retornos de los activos son aleatorios y no los controla nadie. Ante esta realidad, es que la construcción de portafolios, basada en una diversificación efectiva, es clave cuando se quiere obtener lo mejor de lo mejor.

Tener diversificación por activo, moneda, región, es un factor fundamental para el éxito de cualquier estrategia.  Desde hace algunos meses parte importante de la diversificación pasaba por tener dólares dentro el portafolio de inversión. La razón ya la he expuesto pero bien vale la pena repetirla: en América Latina los mercados financieros tienden a tener tres activos con mucha liquidez, como son acciones, bonos y monedas. Generalmente, dos de ellos se mueven en una misma tendencia, mientras que el otro reacciona de manera contraria.  Al tener presente estos movimientos, se entiende que tener los tres activos, combinados correctamente, se equilibran fuerzas y se logra un resultado muy estable.

Esto no garantiza que el portafolio sea el “activo” más rentable que se encuentre. Pero sí garantiza que no será el de menor rendimiento. Esto es importante, pues los inversionistas sufren con mayor rigor el sufrimiento de una pérdida que la alegría de una ganancia. Por eso, es tan importante garantizar que el portafolio, a pesar de múltiples turbulencias, tenga un retorno comparativamente mejor que muchos activos individualmente.

Personalmente tengo elementos de juicio (los he tenido desde el año pasado pero ahora se hacen evidentes) para pensar que el dólar se va a revaluar, como lo ha hecho hasta ahora.  Pero puede suceder que esta expectativa no pase por razones que al día de hoy pueden no ser evidentes. Porque recuerde, el que le diga que sabe con exactitud en donde va a terminar un activo, probablemente no estaría hablando con usted, estaría navegando en las Bahamas.

domingo, 19 de octubre de 2014

Puntos de decisión y finanzas personales

Puntos de decisión y finanzas

Un tema que me ha interesado desde hace algún tiempo es lo que llevaría a las personas a manejar de mejor forma sus finanzas. Entendido esto como lo que motivaría a las personas a ahorrar en vez de consumir el día de hoy. Aquí se pueden tener muchas ideas, desde la teoría financiera pura, en la cual el ser humano totalmente racional decide ahorrar cuando, al hacer el cálculo entre el valor presente (consumo) y valor futuro (recursos invertidos que generan un interés en el tiempo) encuentra que es mejor tener unos pesos dentro de algún tiempo a ahorrar el día de hoy. Si el beneficio actual es mayor que el valor futuro, sencillamente consume.



¿Cuántos de ustedes, cuando se paran frente a una buena promoción o al vestido que, aún sin promoción, quieren comprar; se han puesto a pensar: cuál es la función de utilidad que me genera guardar los recursos en vez de gastármelos el día de hoy? Esta pregunta, que es la base de mucha teoría económica, sin temor a equivocarme, no pasa por la cabeza de nadie. Mucho menos la ecuación que tiene implícita, y menos aún los cálculos necesarios para llegar al número que me permita decidir si comprar o no comprar.



Bien, siendo esto así es necesario buscar otras soluciones. Entonces vamos por la parte emotiva. Muchos pueden pensar que el ser humano compra por impulso, lo cual en la mayoría de los casos es cierto, o por necesidad, lo cual también es cierto. ¿Pero, cuál es el punto óptimo en el cual se debe parar de comprar?



Esto no nos lo resuelve la teoría tradicional, quizá nos lo resuelva la sicología. Darle al individuo puntos de decisión donde se pregunte si seguir o no seguir, es una buena estrategia. Uno de los ejemplos que más simplificación me ha enseñado sobre esto es el de las palomitas de maíz en el cine: si le dan un tarro gigante de palomitas de maíz, así usted sepa que comérselas todas no es bueno ni saludable, es muy probable que termine vacío. Si ese mismo tarro se lo dividen en partes, es muy probable que cada vez que termine uno de los paquetes pequeños, se pregunte si vale la pena seguir comiéndose el siguiente. La respuesta, en la mayoría de los casos, será que no.



Eso es lo que se llama puntos de decisión. Es decir, donde el individuo tiene que tomar decisiones de seguir o parar.  En finanzas y, especialmente en ahorro, los puntos de decisión pueden venir dados por la división de recursos entre diferentes tipos de productos de inversión o cuentas bancarias. Al igual que en el ejemplo de las palomitas, si usted tiene todo en una sola bolsa (cuenta), puede suceder que la misma termine vacía. Pero si usted tiene una cuenta, un fondo de inversión colectiva y otro producto financiero, es bastante probable que si una de ellas termina vacía, piense antes de vaciar la segunda y tercera. Al igual que no se come las palomitas cuando están divididas, no se gasta todos los ahorros cuando los mismis established divididos.

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Por qué la burbuja residencial sí puede ser posible?


¿Por qué la burbuja residencial sí puede ser posible?

En Colombia existe una creencia según la cual el precio de los bienes inmuebles residenciales nunca baja. Esto, dentro del imaginario común, lleva a la falsa creencia de seguridad respecto a la inversión residencial, pues no se concibe en la mayoría de los casos caídas del orden del 10% o 20% en el precio de una casa de habitación, apartamento, etc.

Ese imaginario, surgido de la experiencia de generaciones anteriores que invertían principalmente en inmuebles, se ha transmitido hasta nuestros días, permitiendo que los precios residenciales suban y suban sin control aparente. Pero nos enfrentamos a un pequeño detalle: la forma en que se ha dado el incremento de precios en los últimos años, pudo haber cambiado el ciclo de la vivienda, convirtiéndola mas en un activo financiero que en un bien propiamente inmobiliario.

Esta es la segunda parte de mi teoría sobre la burbuja residencial. Explico un poco: en generaciones anteriores la vivienda era, precisamente eso, una vivienda, por lo cual la compra de un bien inmueble se asociaba con el “nunca cae de precio”. Era lógico, pues al comprar vivienda para destinarla a vivir, los precios se mantenían. Pero  al darse la dinámica como la actual, en la cual muchas personas toman los inmuebles en sustitución de un activo financiero, las cosas cambian (y deben cambiar). Esto convierte a los inmuebles residenciales en activos de compra, venta y especulación, y esto debe llevarlos a que, como en el caso de los bonos, las acciones o las monedas, tengan ciclos de subida, ciclos de bajadas, gente comprando por codicia y vendiendo por miedo. No puede ser de otra forma, no debería serlo.

Esto llevará a dos grupos altamente diferenciados: los que tienen su vivienda para vivir, que por definición es una inversión de largo plazo, y donde no importa mucho la fluctuación en precio (para cambiar de vivienda, se esperará el momento correcto); y los que tienen una vivienda (o mas) como un activo puro financiero de inversión, a los que sí afectará el tema de la fluctuación de los precios y serán los que salen corriendo a comprar o a vender.

Ese cambio en la característica del activo va a tener consecuencias en el imaginario que hasta ahora ha tenido el sector residencial en Colombia. Me la juego con esta mi teoría (segunda parte), que ojalá alguien comparta.   

Mi teoría de las burbujas residenciales


Mi teoría de las burbujas residenciales

Mucho se ha discutido sobre una posible burbuja en el sector inmobiliario (residencial) en Colombia, especialmente por el aumento que se ha venido registrando en precios, en algunas ciudades y en algunos estratos. Lo cierto es que no existe una métrica única de la formación de la burbuja, por lo cual cualquier teoría sobre este particular corre el riesgo de estar errada o de ser cierta. Tengo la mía propia, la cual quiero compartir con ustedes.

Debo decir que no tengo una evidencia científica que me sustente la teoría, y la baso más en la observación empírica. Cada vez son más frecuentes los avisos de se arrienda o se vende en apartamentos a lo largo de muchas ciudades. Eso de por sí solo no es una burbuja, pero sí muestra síntomas que, dentro de mi teoría, pueden ser inquietantes.

Mi teoría se basa en que una burbuja se conforma cuando, llegado un punto, los costos fijos llevan a que seguir con el aviso de “Se Arrienda” o “Se Vende”, se vuelve insostenible. Explico: muchos compradores adquieren un inmueble con dos esperanzas conjuntas, la primera, una valorización en el precio, y la segunda, que el canon de arrendamiento amortigüe la cuota mensual del crédito incurrido para adquirirlo.

Si llegado un punto el inmueble no se arrienda, quizá prefiera venderlo. Porque la cuota del crédito sigue su marcha al igual que costos fijos como cuota de administración, impuestos y seguros. Mientras la capacidad económica se lo permita, el propietario pondrá de su propio bolsillo esos gastos, pero en el punto en que cuota más costos se vuelvan insostenibles, el dueño querrá vender el inmueble, con una ganancia, claro está.

Pero si la venta tampoco es fácil, y el taxímetro de cuota y crédito sigue corriendo, el propietario empezará a “sacrificar” parte de la ganancia por valorización con el fin de vender más rápido el inmueble. Con un detalle: vender en el mercado secundario es complejo, porque todos los que esperan la valorización prefieren comprar sobre planos, por lo que en este nivel la venta es más difícil aún.

Así creería que se forma la burbuja en el justo momento en que alguna parte de esta cadena, que se basa en pura teoría de juegos del mayor estilo Nash, se rompe. Y se rompe porque alguna parte no aguanta: así, si mi vecino empieza a bajar el precio de su inmueble para poder venderlo más rápido, empieza una espiral decreciente, pues si yo también debo salir a vender, con el fin de que alguien compre mi inmueble y no el de mi vecino, yo bajaré el precio aún más de lo que ya lo ha hecho él.

Esto se presenta cuando, repito, los costos de mantener un inmueble se vuelven en una carga para el propietario. Y ahí, justo en ese momento, cuando el efecto se multiplica por cientos o por miles, es que ha explotado la burbuja. Momento que es doloroso, pues básicamente no hubo tiempo previo para evitarla, pues como empecé diciendo, no existe una métrica única para saber cuando hay burbuja. Entonces, lo que suele suceder, es que explota en el mismo instante que se formó. Y eso es un evento que, como la astronomía lo ha mostrado, tiene una descarga de energía muy alta.

Es mi teoría, y quizá alguno la comparta. 

Evaluando correctamente una inversión


Evaluando correctamente una inversión

Uno de los temas que han estudiado los analistas financieros es la forma en que las personas tienden a evaluar el resultado de sus inversiones. Lo que se ha encontrado es que la gran mayoría mira los retornos de dos o tres años, y en base a esto se dan una idea de lo que puede ser el desempeño futuro de algún activo particular, lo cual también ha sido plenamente demostrado, lleva a decisiones erróneas sobre la composición de un portafolio de inversión.

Lo que sucede, realmente, es que dos años son un período muy corto y poco significativo de lo que es el desempeño de un activo de inversión particular. Se conoce plenamente que el desempeño de los activos está atado a ciclos, bien sea económico, financiero o incluso ciclos políticos. Como es apenas natural pensar, un período de dos años es muy corto para definir un ciclo, y observar el retorno del activo en períodos así no permite observar qué hace el activo en diferentes momentos, tanto los buenos como los malos. Los especialistas recomiendan mirar períodos mínimos de 10 años, lo cual puede generar una mejor idea de lo que se puede esperar sobre el comportamiento futuro de un activo.

Esta teoría también aplica a otro tipo de instrumentos financieros como fondos de inversión, entre muchas cosas. Un fondo de inversión o una casa de inversión, por muy buena que sea, tiene momentos en los cuales las cosas “no salen como están planeadas” (palabras de futbolista al finalizar el partido perdido), lo cual puede ser un período de un año, dos años, etc. A veces los fondos cambian de administrador, por citar un caso, en el cual hay un período de ajuste que muchas veces conlleva una caída relativa momentánea.

El inversionista que se deja llevar por los resultados de muy corto período de tiempo, puede estar perdiendo la perspectiva de algo que en inversiones se considera muy importante: la consistencia; que no es otra cosa que el administrador del fondo haga lo que se comprometió a hacer. Esto es, si el fondo dice que su objetivo es invertir en acciones de baja capitalización en USA, que realmente invierta en ese activo, así en algunos momentos del tiempo ese activo no tenga buenos resultados. Recuerde que el inversionista no compra la rentabilidad pasada, compra es un activo específico para construir un portafolio diversificado.

Así las cosas, la correcta evaluación de las inversiones es otro de los temas fundamentales en el que los analistas hacen énfasis para construir inversiones ganadoras en el largo plazo. Tener presente esto, garantiza que se escojan los activos con los que realmente un inversionistas e siente cómodo y puede evaluar cómo funcionan dentro de su portafolio particular.

Tomando un riesgo innecesario


Tomando un riesgo innecesario
Suele suceder que los inversionistas tienden a invertir en empresas, sectores o negocios que creen conocer muy bien. Esto lleva, por ejemplo, a que empleados de compañías petroleras inviertan en petróleo o en acciones de otras empresas similares o, peor aún, en acciones de su propia empresa; pues creen tener un conocimiento mucho mayor que el resto de los mortales y que pueden reaccionar mucho más rápido (casi que inmediatamente) frente a alguna información adversa que pueda suceder. Grave error y una equivocación garrafal.

Tomemos el caso de Enron, que es una historia muy conocida: sus propios empleados, “conocedores” de la compañía, del sector y del mercado, invirtieron sus fondos pensionales en acciones de la propia empresa. El desenlace, ya es ampliamente conocido: perdieron su trabajo, perdieron sus ingresos, perdieron sus pensiones.

En la investigación de los mercados financieros hay una cosa que es clave: el mayor riesgo que usted puede tener, es cuando invierte en algo similar a lo que a usted le está generando sus ingresos. Tomemos el caso del petróleo: si por alguna razón el petróleo bajara a 5 dólares por barril, usted probablemente verá ampliamente comprometido su puesto de trabajo y, con seguridad, observará una disminución en su portafolio de inversión.

Sin embargo, lo anterior sucede por un tema específico ampliamente estudiado por la sicología: usted empieza a tomar una confianza que, muchas veces, no se da cuenta de que está empezando a hacer mella en su capacidad de razonamiento. Un ejemplo clásico es el de los accidentes de motociclistas, pues las cifras han demostrado que la mayoría de los accidentes no le ocurren a los que apenas comenzaron a montar en motocicleta, sino que les ocurren a los motociclistas más experimentados. La razón es que la confianza que han ganado los lleva a cometer maniobras más audaces, que terminan en el accidente.

Por eso la recomendación que generalmente se le brinda a los inversionistas que creen que conocen a profundidad el sector o la empresa, y que creen contar con información mayor a la de cualquier otro inversionista que no está en su sector, es que diversifiquen en la medida de las posibilidades  en acciones que no tengan nada que ver con lo que usted conoce. Esta es la verdadera forma de evitar perder todo al mismo tiempo.  

lunes, 7 de julio de 2014

Lo que el Mundial nos enseña para inversiones


Lo que el Mundial nos enseña para inversiones
Muchos inversionistas pensarían que muy poco, si no casi nada, tiene que ver el fútbol con las inversiones. Pero esto no es así, de hecho, los deportes, y en este momento especial el fútbol, brindan muchas enseñanzas a los inversionistas y a la forma como se pueden administrar los portafolios de inversión. Aquí están unas cuantas que se desprenden de lo visto hasta ahora en el Mundial de Fútbol Brasil 2014:
·         A pesar de buenas individualidades, el resultado lo pone el conjunto: parece obvio, pero no es así, y muchos inversionistas tienden a olvidar esto. En el mundial hemos visto muy buenos jugadores, pero que no tienen un equipo que los respalde. En cambio, equipos con menos “figuras”, pero que juegan como un conjunto equilibrado y cohesionado, han logrado buenos resultados. En inversiones sucede algo igual: puede tener un activo altamente destacado, pero si el resto del portafolio no está bien estructurado, el resultado puede no ser el mejor. Cuando se tiene un portafolio bien diversificado, construido eficientemente, se pueden lograr resultados muy positivos, aunque no se tenga el mejor activo. Recuerde, además, que hasta el mejor jugador puede tener un “bajón futbolístico”.

·         Siempre debe existir un equilibrio entre los componentes del equipo: a pesar de las diferentes tácticas con que juegan los equipos, en el fútbol siempre hay un arquero, defensas, volantes y delanteros. Ningún equipo puede jugar con 10 defensas, así como ninguno juega con 10 delanteros, a pesar de que al técnico le guste el fútbol de ataque. Para inversiones es igual: guardar el equilibrio entre diferentes tipos de activos es lo que garantiza que el portafolio logre un buen resultado. Aunque usted tenga un perfil de inversión muy arriesgado (invirtiendo en acciones, por ejemplo), es necesario tener un buen defensa, que le equilibre el portafolio. Momentos altamente volátiles del mercado siempre se van a presentar, y no está de más tener un activo que le genere estabilidad al portafolio en esos momentos. En términos futbolísticos, que un contragolpe no lo coja mal parado.  

·         Ningún equipo gana sin planificar: ¿suena lógico? Todos creemos que sí. ¿Entonces, por qué pocos inversionistas planean sus portafolios? En el Mundial de fútbol equipo que no tiene desde el principio su estrategia definida y sepa antes de entrar a la cancha la forma en que va a jugar, no va a lograr buenos resultados. Dicen que en el fútbol se puede ganar, empatar o perder (es claro que de estas tres posibilidades no se puede salir nadie), pero una cosa es perder habiendo jugado un buen partido, habiendo analizado al rival anteriormente y, como dicen los comentaristas en el fútbol, “dejando el alma en la cancha”. A nadie le gusta perder el partido, pero cuando esto ocurre teniendo la tranquilidad de haber hecho las cosas bien desde el inicio, es mucho más esperanzador de que en el futuro, las cosas pueden resultar de manera diferente.

·         Esté preparado para el alargue: dicen que los partidos duran 90 minutos, pero en las rondas definitivas, si el partido terminó empatado durante el tiempo reglamentario, se tendrán que jugar 30 minutos adicionales. El equipo que no tenga esto presente, puede sufrir un serio revés. Si no se ganó durante los 90 minutos, tenga paciencia porque aún necesita pensar en otros 30 minutos. Si se desespera porque no ganó, y comete una locura, le puede resultar muy costosa. A veces los partidos duran un poco más de lo esperado. A veces las inversiones, para lograr el resultado deseado, también.     

·         Evalúe la verdadera recuperación del jugador lesionado: en este Mundial, hubo muchos jugadores que no pudieron participar porque se lesionaron en los meses previos a la cita futbolística. Esto no implicó que una Selección jugara solo con 10 jugadores. Si el jugador afectado no se logró recuperar, alguien lo tuvo que reemplazar. Generalmente, entra a jugar el que mejor venga jugando en su equipo en los meses recientes. Si su portafolio de inversión tiene un activo “lesionado”, y la expectativa es que no se alcance a recuperar, busque algún otro activo que lo sustituya. Pero no juegue con menos jugadores de los que toca. Esa no es una buena estrategia desde ningún punto de vista.

·         Ganar el primer partido es importante: dicen los analistas de fútbol, que el primer partido del Mundial es clave pensando en clasificar a la siguiente ronda y en darle un impulso positivo al equipo. En inversiones es igual: los primeros meses de cualquier portafolio son muy importantes, pues cualquier desvalorización que ocurra en este período condicionará el resultado final de la inversión. Generalmente es una buena estrategia comenzar con un portafolio que aunque no rente mucho, genere resultados positivos con mucha probabilidad, de forma tal que una vez asegurado un pequeño retorno y un colchón adicional de recursos, le permita tomar un riesgo un poco mayor, especialmente si usted es de perfil de riesgo agresivo.

miércoles, 25 de junio de 2014

De los sesgos del inversionista a los sesgos del analista futbolero


De los sesgos del inversionista a los sesgos del analista futbolero

Todo el sentimiento patrio sale a flote en este momento por causa y efecto de la Selección Colombia. Ya se habla de hazaña, y bien merecido tienen los muchachos de la selección este momento: para eso sacrifican gran parte de su vida en concentraciones, viajes, tiempo sin su familia —bien sea la materna o su familia actual— y deben volverse adultos antes que el resto de humanidad. Eso es lo que hace la diferencia entre un deportista de alto rendimiento y nosotros, el resto de los mortales.

¿La selección juega bien? Si. ¿Tiene ganas de triunfar? También. ¿Tiene actitud y talento? Por supuesto. Eso nadie lo rebate. ¿Nos hace pensar en que pueden lograr algo grande? Sin ninguna duda. Están para cosas inmensas, inconmensurables, grandiosas y apoteósicas. Ya lo han demostrado, y queda mucho camino por delante.

Pero —y siempre pero— a los colombianos nos está pasando lo que a muchos inversionistas en los mercados financieros —plop, este tipo cómo es capaz de pasar de hablar de la selección a los mercados financieros…caradura, dirían en la parte sur del continente—. Y es humano y por eso muchas veces los golpes de la vida duelen mucho. En el fútbol y en los mercados. La sicología del inversionista nos ha mostrado que llegado un momento, el inversionista quiere más, no le basta con lo alcanzado. Los analistas de fútbol (y algunos hinchas radicales que piensan que cualquier llamado a la cautela es “echarle la sal a la selección”) dirían que no podemos ser conformistas y que no se puede cortar esa “hambre de triunfo” y que no podemos derrotarnos antes de jugar el próximo partido. 

He visto, sin embargo, que a nivel futbolístico empieza a funcionar el tema de codicia que es tan perverso en inversiones. Al que no recuerde que es, se lo resumo: ese que empieza a cegarnos cuando los mercados financieros suben y suben y pareciera que no fueran a dejar de ir al alza; y no se entienden razones para pensar en parar.

Vuelo al fútbol: ayer en la noche escuchaba decir a un analista futbolero que “creo que esta selección está para jugar siete partidos en este mundial” (al que no sepa, del primer partido en la primera ronda, al partido de la final, hay siete partidos; lo que significa que la selección que quede campeona juega siete partidos). Sin embargo, recordemos que el objetivo inicial con el que íbamos a Brasil era pasar a los octavos de final. Ya estamos ahí. Claro, si podemos seguir avanzando, mucho mejor, todos nos pondremos felices. Ustedes y yo celebraremos, gritaremos cada gol. Pero empiezo a observar a muchos que creen que si nos quedamos en octavos es una tragedia, sería un descalabro, un fracaso mundialista. No, no hay tal. El objetivo con el que íbamos ya se logró. Para adelante, todo es ganancia y seguirá superando todo lo que ya hemos hecho en un mundial de fútbol. Y ojalá así sea, y si jugamos la final, bienvenida. ¿A quién no le gustaría?

¿Qué pasa en inversiones? Muchas personas diseñan su inversión pensando en que quiero un retorno de tanto por ciento. Así, compran una acción y se ponen un objetivo. Pero cuando se llega al objetivo, empieza a funcionar dentro del inversionista el sentimiento de codicia de querer lograr más (ya no nos conformamos con los octavos, queremos la final). Y entonces, en vez de tomar la ganancia lograda, espera a que la acción siga subiendo de precio. Y cuando llega la corrección en los precios, el sentimiento de tragedia, descalabro, fracaso (¿vieron estas palabras anteriormente?) se apodera del inversionista. Y piensa que todo es perdido. ¿Por qué sucede esto? Básicamente porque se olvidaron los objetivos iniciales y empezó a funcionar un sentimiento que nos cegaba, a eliminar de nuestra cabeza información que iba en contra de nuestras creencias (que la acción iba a subir indefinidamente), porque empezamos a hacer oídos sordos a lo que no confirmara nuestra expectativa, porque nos dio exceso de confianza (aquel sentimiento que nos lleva a pensar que podemos actuar más rápido que el resto de los humanos ante una noticia que afecte los mercados), entre otras cosas. 

En resumen, empezaron a funcionar los sesgos que los académicos de la sicología del inversionista atribuyen a las malas decisiones de inversión. Y ojalá, esos mismos, por el bien de este país, no se trasladen en masa a nosotros, los simples hinchas de la selección Colombia.  

viernes, 20 de junio de 2014

Patología del inversionista en la bolsa de USA


Patología del inversionista en la bolsa de USA

Los estudios de Sicología del Inversionista muestran que, en un momento como el actual, los sentimientos de codicia de los inversionistas deben estar en un punto máximo, al igual que el nivel de los índices accionarios en Estados Unidos. Investigaciones de muchos años han mostrado que en la cabeza de un inversionista se debe en este momento estar activando una adrenalina similar a la que tiene un adicto ante el consumo de una droga sicotrópica. Es decir, muchos inversionistas se dejan llevar por la fuerte emoción que les genera invertir en un activo muy valorizado, olvidando que con cada nivel mayor que vaya alcanzando la bolsa norteamericana, la posibilidad de una valorización adicional se va volviendo más pequeña —y olvidando que rendimientos pasados no explican los rendimientos futuros—

Pero a lo largo de muchos años se ha visto que es en momentos como el actual en el que entran mayores recursos de personas naturales a este tipo de activos valorizados. Si el inversionista siguiera la racionalidad que rige la teoría de portafolios, en este momento no solo no estaría comprando acciones en USA, sino que podría estarlas vendiendo. Pero muy pocos inversionistas deben estar haciendo esto. Por lo menos no los inversionistas naturales, los cuales sufren mucho más de los sesgos que la sicología ha aportado al estudio de las finanzas.

En términos sencillos, lo que debe pasar por la cabeza de un inversionista de acciones estadounidenses es lo mismo que un jugador de casino que ha tenido una buena racha: ha aumentado su confianza, cree que descubrió como “ganarle a la casa”, y muy probablemente apueste mas. Pero se sabe que si el jugador de casino entra en la racha negativa, su cerebro activará alguna función que le indicará que para recuperar lo perdido, debe incluso apostar mucho más fuerte. El resultado será, con casi total seguridad, que no solo no recuperará lo perdido, sino que podría terminar perdiendo una cantidad mucho mayor. Y con un remordimiento de conciencia grande, pues sacará una conclusión del tipo “sabía que esto iba a suceder”, lo cual, en la ciencia de sicología del inversionista, se conoce como el sesgo de la retrospectiva —sí, es aquel que todos tenemos, en el cual sabíamos que algo iba a suceder, pero que no hicimos nada por evitarlo. ¿Realmente sabíamos que iba a suceder con tanta certeza como lo estamos afirmando?—

El inversionista, generalmente, sigue un patrón similar al apostador del casino: habiendo ganado, decide apostar mas, en vez de retirarse en el momento adecuado. Y luego, si lo toma la parte negativa del mercado, para tratar de volver al nivel que tenía anteriormente, termina tomando, incluso, mayor riesgo del que su perfil lo permite.

Pienso mucho en lo difícil que es para los asesores financieros este momento, pues muchos no saben si comprar o vender. Lo mejor, es pensar con la cabeza lo más fría posible, mirar los pros y contras de cada decisión, y evaluar muy bien los escenarios que se puedan presentar.

Capacidad y disposición al riesgo


Capacidad y disposición al riesgo
Al diseñar portafolios de inversión, una de las variables más importantes (que quizá sea la más importante), es el riesgo; generalmente entendido como la volatilidad que pueden presentar los retornos potenciales del portafolio. La premisa básica dice que, si usted es una persona joven, puede tomar mayor riesgo, mientras que si es una persona mayor, debería tomar menos riesgo. Sin embargo, este concepto no puede ser tomado de forma absoluta, vamos a ver el porqué.
Suponga dos personas iguales, en un caso extremo gemelos, que tengan la misma edad. Para nuestro efecto, diremos que ambos tienen 35 años. Sí, son personas jóvenes, que hasta su fecha de retiro tienen por delante cerca de 30 años, lo que nos llevaría a pensar que pueden tomar posiciones de riesgo dentro de sus portafolios. Pero, como mencioné arriba, esto no es absoluto.
La capacidad y la disposición a tomar riesgo son dos cosas muy diferentes. Puede que nuestros gemelos de arriba tengan la disposición, ambos, a tomar riesgo. Si uno de los gemelos es soltero, con un ingreso estable, sin deudas, con un monto de ahorro alto, su capacidad de tomar riesgo es, también, muy alta. Pero, si el otro gemelo tiene ingresos variables (ej, provienen de comisiones por ventas, donde un mes puede ser muy alto y al siguiente muy bajo), tiene deudas periódicas (suponga que tiene dos hijos en el colegio y, además, debe pagar el crédito de vivienda), y su ahorro es moderado, su capacidad de tomar riesgo es baja. 
En el ejemplo anterior, son claros varios elementos: puede que a los dos les gusten las acciones, pero para el segundo no es recomendable la toma de riesgo. Él debería optar por la estabilidad y que sus recursos estén relativamente seguros, pues si algún día por X o Y motivo pierde su trabajo, debe cubrir con sus ahorros los gastos periódicos. El gemelo uno, puede tomar todo el riesgo, pues es más que claro que sus obligaciones son menores.
Sí, los resultados en el largo plazo serán diferentes. Eso nadie lo duda, pero parte de lo que implica asesorar financieramente a una persona asa por entender su situación y hacerle entender efectos de las decisiones. De eso se trata todo el tema de asesoría: de asesorar (suena redundante, pero esa es la esencia). Aunque al gemelo dos le gusten las acciones, se debe hacer notar que no es lo más recomendable, dada la situación que enfrenta. Y tener claro, muy claro, que disposición y capacidad no son la misma cosa. De hecho, pueden distar mucho.

viernes, 6 de junio de 2014

Tasa de interés negativa en Europa


Tasa de interés negativa en Europa

La decisión del Banco Central Europeo, de incluir una tasa de interés negativa, tiene una gran justificación de fondo: desestimular el ahorro, daño paso a la posibilidad de compra. ¿Esto no parece ilógico?, sería la pregunta que se hace cualquier persona del común. La respuesta, en este caso, es que no.

Si bien la economía es una ciencia que se basa en preceptos que muchas veces parecen absolutos, la verdad es que todo tiende a ser altamente relativo. Es cierto, y muchas veces lo hemos escuchado, que el ahorro es la base de la inversión futura, y que algunos de los desequilibrios más grandes provienen cuando una economía, teniendo que financiar muchas cosas, se encuentra sin ahorro. Por eso, nos venden como el mundo ideal el nivel de ahorro de las sociedades asiáticas, que es lo que les ha permitido sustentar los altos niveles de crecimiento en los últimos 30 o 40 años.

Eso que acabo de explicar es cierto, más sin embargo la historia de Europa se parce más a Japón que a la de Corea del Sur. Ante una perspectiva de deflación (inflación negativa), el consumo se resiente y salir de esto toma tiempo, dinero y un gran esfuerzo. Cuando los precios cambian de forma negativa, parece un buen mundo pero en realidad es muy malo: si mañana algo vale menos que hoy, qué incentivo se tiene a comprar hoy? Y si pasado mañana, algo vale menos que mañana, qué incentivo se tiene para comprar mañana?   Si esto se sigue repitiendo indefinidamente, se entenderá que no hay compra hoy ni mañana ni pasado mañana, y así sucesivamente.

En sociedades que demográficamente se están envejeciendo, como Japón y Europa, el efecto es más marcado pues, por definición, los viejos son menos impulsivos (salvo excepciones) a comprar que los jóvenes. Así, mientras el joven quiere lo último disponible, el viejo es mucho más medido en estos temas (basta poner un ejemplo que se puede ver en la calle de cualquier ciudad: miren los teléfonos móviles de viejos y jóvenes a ver quiénes tienen el último modelo).

Por tal razón, evitar a toda costa una deflación parece que es lo que se propone el BCE. Y si bien el ahorro es importante, lo es aún más el hecho que el consumo representa, para una economía como Europa, entre el 65% y 70% de su Producto Interno Bruto. Es decir, si muere el consumo dinámico, preocupémonos por un buen rato de Europa, así como Japón no pareció dar muchas señales de vida durante más de 20 años. Si no lo creen, miren cuánto era l nivel del índice Nikkei en 1990 y miren cuánto era 20 años después. Y solo para aclarar: un índice accionario refleja el valor de las empresas que lo componen. Menor índice, menor valor de las empresas.  Así de sencillo. 

viernes, 2 de mayo de 2014

Estrategia correcta: del fútbol a las inversiones



Estrategia correcta: del fútbol a las inversiones
Comencemos por la obviedad: Atlético de Madrid y Real Madrid son finalistas de la Copa de Campeones de Europa. Final española en suelo luso, el próximo 24 de mayo. Sí, hasta acá, nada nuevo. Ahora comencemos algo más interesante: luego de los primeros partidos en Madrid, las apuestas parecían no favorecer a los equipos españoles. Si bien Real había ganado 1-0, tenía que ir al Allianz Arena de Munich, el cual, previo al partido, Karl Heinz Rummenigge había denominado como “un infierno”. Chamuscado vivo el Bayern es su propia caldera.

Peor el escenario para el Atlético en tierras inglesas: luego de haber empatado a cero en el Calderón, se encontraría con el multimillonario Chelsea en Stamford Bridge. Una escena que no pintaba nada agradable. Sin embargo, al escribir esto, la historia dio un lugar en sus anaqueles a los españoles.

¿Algún cambio que hayamos visto de Madrid a Londres? La respuesta es sí, sencillo y poderoso, atinado y exquisito. El “cholo” Simeone se dio cuenta de un pequeño elemento: imposible jugarle al Chelsea por arriba. Ganaron en Madrid todo lo que fue por el aire. Y claro, lógico, obvio: mejor jugar por abajo. Así transcurrieron los 90 minutos del miércoles. Ni un solo centro al corazón del área, ni una sola pelota rifada, ni una sola salida de su arco del arquero del Chelsea. Los centros, en los goles, abiertos. Luego, la infantería se encargó de lo demás.

¿Podríamos tener alguna enseñanza de esto para inversiones? Me aventuro, so pena de que alguien me catalogue en los herejes, en los infieles, a afirmar que sí. Si la estrategia inicial no sirve, ajustémosla. El Atlético no cambió sus activos, simplemente cambió la forma de utilizarlos, luego, cómo no, de haber realizado una lectura correcta de los hechos y la coyuntura. Usemos lo mismo, cambiemos la forma cómo los utilizamos, y, el resto, ya conocemos el final.

También, nos enseña que aún con las circunstancias adversas, si la estrategia está bien planteada, no hay que desesperarse y se debe dejar “madurar” la misma. Cuando Torres anotó el 1-0 a favor del Chelsea, el Atlético no metió al campo a otro delantero, no desajustó su defensa ni envió a Courtois, grandulón de 1.99 metros, a buscar un gol de cabeza salvador en un tiro de esquina. Nada de eso: simple y efectivo, mantener el esquema, no hacer locuras, esperar los resultados.

A veces parece complicado esperar y la reacción de muchos inversionistas, es tratar de cambiar radicalmente la estrategia en mitad del partido, aún cuando su asesor financiero le diga que lo que plantearon es la estrategia correcta que debe generar resultados positivos cuando el partido haya acabado. Muchos meten un defensa, entendido como un Depósito a Término o un fondo ultraconservador, justo luego de que el otro equipo, o las correcciones del mercado, hacen el primer gol. Y muchos, cuando tienen la suerte de empatar con esta estrategia, se aventuran con más delanteros (fondos más riesgosos), justamente cuando el partido necesita un poco de aquello que los comentaristas llaman “enfriamiento del encuentro”. Claramente, lo que hicieron fue mandar a su arquero a buscar un gol desesperado, sin esperar el desarrollo del partido.

Esperemos, finalmente, que el del 24 de mayo sea un partido bonito. Estoy seguro que así será.