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viernes, 4 de diciembre de 2015

A Scott Weiland (y al mercado autodestructivo)

A Scott Weiland (y al mercado autodestructivo)
Conocimos la noticia de la muerte, a los 48 años de edad, de Scott Weiland, antiguo líder de la banda Stone Temple Pilots. Los que vivimos la adolescencia en la década del 90, sabíamos perfectamente la existencia de Weiland, pues tenía una voz inconfundible que convirtió, a los Pilots, si no en una banda legendaria, sí en una banda insignia del denominado ‘grunge’, al lado de Nirvana y tantas otras.

Scott Weiland quizá representaba el mayor espíritu de ese movimiento de los noventa, que se caracterizaba por su lado depresivo, autodestructivo, donde los excesos de droga y alcohol eran una constante; pero también que eran músicos con talento, quienes en su comportamiento estaban enviando el mensaje de que el mundo en el que se encontraban no era el lugar en el que querían estar.
Pongamos en contexto a los que no conocieran a Weiland para que entiendan el problema que él representaba: años después de terminar con Stone Temple Pilots, formó, junto a Slash (guitarrista de Guns & Roses) una banda llamada Velvet Revolver. El resultado, es que el propio Slash no se lo aguantó, y la banda terminó disolviéndose (pongan atención en lo que les dijimos: ¡Slash no se lo aguantó!).

Bueno, dejando de lado a Weiland y su vida (y muerte), se me ocurrió al recordar lo de vida autodestructiva un comportamiento de los mercados financieros, y es que a pesar de que puedan existir muchas razones para que no se comporten como a veces se comportan, lo cierto es que a veces los mercados parecen tener desempeños autodestructivos. Al igual que un cantante grunge,  el cual desde la barrera unos los ve como faltos de razones para comportarse de la forma en que lo hacen, a veces los mercados nos parecen igual: no parecen tener razones para hacerlo, pero aún así, terminan autodestruyéndose.
Cuando uno  piensa en autodestrucción, inmediatamente se viene a la mente el lado negativo, pero a veces el lado autodestructivo es todo lo contrario, es un exceso de optimismo que concluirá en una historia muy mala; esto generalmente lo denominamos burbujas. Podría ser que efectivamente termine autodestruyéndose, es decir, siendo la etapa previa.

En general, los mercados son un conjunto de actores que compran y venden activos financieros y el comportamiento de los mercados es el resultado de lo que sus actores hacen. Generalmente la autodestrucción del mercado refleja ventas masivas, desordenadas, salidas en masa de inversionistas que salen corriendo. Podríamos decir, que al igual que los músicos grunge, los inversionistas autodestructivos afectan su riqueza por salir cuando no deben y entrar cuando tampoco tienen que hacerlo.

Paz en la tumba de Scott Weiland y prudencia a los mercados (inversionistas) autodestructivos.  

martes, 1 de diciembre de 2015

Otra vez, al ataque los impuestos temporales

Otra vez, al ataque los impuestos temporales

Se empieza a discutir en el Concejo de Bogotá una propuesta para cobrar una sobre tasa a la tarifa de parqueaderos públicos de la ciudad, con el argumento de financiar el Sistema Integrado de transporte Público, SITP. No es la primera vez —ni será la última, para nuestro infortunio—, que los dirigentes acuden a contribuciones específicas para financiar algunos proyectos. Lo peor del caso, es que la demagogia funciona siempre, porque en el imaginario público queda la sensación de que esto es cobrarles a los más ricos, para el beneficio de todo el mundo; es decir, una especie de Robin Hood moderno.

Desde la sobretasa a la gasolina, tengo memoria del tránsito de propuestas similares. La sobretasa comenzó, cómo no, como un sobreprecio de los combustibles con el fin de financiar proyectos puntuales que, con el tiempo, se fue convirtiendo en un impuesto permanente, integrado al presupuesto general, que perdió su proyección inicial y quedó financiando gasto puro, es decir, lo que se le ocurra al mandatario de turno, incluyendo la mermelada y la tan famosa aceitada de la maquinaria.

En Bogotá me surgen dudas desde hace varios años, y es cómo en una ciudad que hoy cuenta con muchas más construcciones, muchos más vehículos, muchos más negocios; los impuestos no alcanzan. Más construcción a mayores precios supone mayor recaudo del predial, igual que con los vehículos, que supone mayor impuesto de rodamiento. ¿A dónde van a parar todos estos recursos?

El problema de los impuestos específicos es que todo mandatario se acostumbra a vivir con ellos y luego de lo específico se pasa a lo general, y el impuesto queda permanente. Y eso no debe ser así. Si a una familia le decimos que ajuste sus gastos, porque tienen menos ingresos, por qué no le decimos al gobierno que haga exactamente lo mismo?


No y no a una sobretasa a los parqueaderos de Bogotá. Me late que vamos en camino de convertir los parqueaderos capitalinos en unos de los más caros del mundo (ajustado por el poder adquisitivo de los pesos colombianos), con una excusa puntual, que después nos deja el impuesto general.   

viernes, 16 de octubre de 2015

¿Es positiva la depreciación para el empleo?

¿Es positiva la depreciación para el empleo?
El incremento que se registró en el precio del dólar frente a las monedas latinoamericanas puede ser visto desde muchos puntos de vista, los más populares como una ganancia en términos relativos de nuestra competitividad internacional al volvernos, lógicamente, más baratos frente a los productos directamente manufacturados en economías como Estados Unidos.

Si bien eso es cierto, el mundo ha ganado en complejidad y la economía de texto, que antes daba cuenta de procesos relativamente simplificados, ya puede ser revaluada. Deben empezar a funcionar variables como los retornos esperados del capital internacional —los cuales han sido altamente crecientes en los últimos años—, que pueden tener impactos en otras variables económicas que tradicionalmente no eran sujeto de análisis ante una situación como la actual.

Vamos a lo que comentamos al inicio y volvemos después sobre lo que estoy afirmando. Ante una depreciación de la moneda local, la ganancia en competitividad llevaría a las empresas locales a vender más afuera, mejorando temas de empleo, entre otras cosas. Sin embargo, la revisión a la teoría tradicional que propongo es que, cuando las empresas tienen principalmente capital extranjero, cambia un poco ese precepto.

Una de las principales necesidades del capital es generar retorno, y en ese orden de ideas, las utilidades a casa matriz son una necesidad imperante en ese retorno del capital. Y eso lleva a que en economías en desaceleración —en las cuales se vende menos— y con depreciación de la moneda, las utilidades remitidas en dólares deben disminuir (con los mismos pesos se van a comprar menos dólares, que es los que se giran al exterior).

Como esto lleva a un efecto cascada, el menor giro de utilidades, impacta el desempeño de la empresa en el exterior; por lo cual la clave está en tratar de que la disminución de utilidades, medidas en dólares sea lo menor posible. Así, las empresas locales deben ajustarse, y es probable que esto impacte variables como el empleo —por reducción de costos—, que según la teoría tradicional debería subir.

Esto es particularmente importante cuando se tiene en cuenta que si se observa de dónde provienen las ganancias de las compañías del S&P 500, cerca del 47% de la mitad de las compañías, provienen del extranjero. Claro, la teoría económica fue realizada, en su mayoría, cuando las ganancias eran casi que exclusivamente locales, pero en un mundo en el que esto ya es totalmente diferente, nuevas teorías deben empezar a surgir para incluir los avances que ha tenido el mundo real.

jueves, 15 de octubre de 2015

Capital Humano en Planeación Financiera


Capital humano en Planeación Financiera
Entre las nuevas teorías de planeación financiera, se encuentra la de incluir el Capital Humano como un activo. Tradicionalmente, en procesos de diseño de portafolios de inversión, se tiene en cuenta únicamente la riqueza financiera, es decir, a la que se le puede poner un precio y un valor. Así, con los supuestos correctos de nivel de riesgo, de retornos de los mercados, de objetivos financieros y de variables como optimización tributaria, se mete todo en una bolsa y sale un portafolio de inversión.

Sin embargo, este modelo tradicional no tiene en cuenta una cosa: las personas más jóvenes, generalmente, tienen una riqueza financiera cercana a cero, pero tienen una riqueza productiva y de capacidad para trabajar, que es gigantesca. En el ciclo laboral, lo que se hace es que se generan ingresos con base en la capacidad de trabajo, se va ahorrando y se va construyendo patrimonio, el cual va a financiar necesidades futuras, como gastos de salud o de recreación en la etapa de jubilación. Es lógico pensar que la capacidad laboral y la productividad van decayendo: en la medida que vamos envejeciendo, podemos trabajar menos tiempo. Se quiera o no, desde la simple capacidad física, una persona de 70 años puede producir menos que una persona de 30 años —ojo, estoy hablando de la capacidad física, no de la habilidad intelectual ni de la experiencia adquirida con los años—, por lo cual esa disminución en la capacidad de generar ingresos con base en el trabajo puro, se ve compensada con una riqueza financiera acumulada. Al llegar a los 90 años, tendremos casi que cero capacidad laboral, pero un capital financiero que nos soporte las necesidades; si no se tienen ese capital ahorrado, muy difícilmente una persona mayor podría salir a generar ingresos.

Las teorías desarrolladas por estudios como los de Ibbotsson, dicen que el Capital Humano debe ser entendido como el valor presente de todos los ingresos que va a obtener una persona hasta el día de su muerte. Aunque esto es difícil de calcular, algunos supuestos sí llevarían a modelarlo financieramente: una persona promedio con mayor nivel de educación, probablemente genere mayores ingresos; una persona joven tendrá menores ingresos laborales que una persona alrededor de 50 años; una persona jubilada, es posible que tenga ingresos pensionales menores que una persona que aún se encuentra trabajando (comparando la pura pensión obligatoria vs el salario justo antes de pensión).

En vista de lo anterior, al poder asignarle un valor monetario al Capital Humano, se pueden tomar decisiones financieras importantes como: el valor de un seguro de vida, el riesgo que le imprimo al portafolio financiero, entre otras. Hablemos un poco del seguro: si el Capital Humano es el valor presente de todos los ingresos futuros, quiere decir que su valor máximo será, justo, en el momento inicial (o momento cero). En la medida que los años vayan pasando, el valor del capital humano irá cayendo. Esto quiere decir que si mi mayor activo es mi capacidad de trabajar, debo protegerla ante riesgos como la muerte o la incapacidad laboral. Así, son los jóvenes los que deben tener (contrario a lo que es el imaginario común), el mayor monto de un seguro de vida: finalmente, están protegiendo su mayor activo y su mayor patrimonio, que son ellos mismos.

Hay mucho más por decir en este tema, pero lo iremos abarcando próximamente.     

lunes, 24 de agosto de 2015

¿Qué haría usted?

¿Qué haría usted?
Un incremento en el precio global del dólar que, mirándolo hacia atrás, pocos esperaban ocurriera en 2015. Algunos analistas dicen que los fundamentales económicos no tienen nada que ver, yo creo que sí. No pocas veces la situación de países como Colombia se me parecía a Tailandia en 1997, justo antes de que algunos fondos de cobertura especularan contra el Bath tailandés y desencadenaran la denominada crisis asiática: déficit de cuenta corriente por encima del 6% del PIB, dependencia de un solo sector, economía sustentada por inversiones externas durante años anteriores y un sistema de asignación de créditos oficiales y de inversión en infraestructura que abría muchos interrogantes. Con algunas diferencias, lógicas por territorialidad, idiosincrasia y épocas, pero la sustancia, similar.

Pensemos en este punto un poco en lo que hay hoy: luego de la crisis de 2008, la FED y otros bancos centrales empezaron a enviar dinero a la economía global, esto, claro está, unido a una reducción drástica de la tasa de interés. Eso llevó a que muchos flujos vinieran hacia países emergentes, bajando el precio del dólar, impulsando activos locales. Ese panorama cambió abruptamente desde 2013, acentuándose en 2014 y este año, en que los flujos de emergentes salieron hacía USA, donde se refugiaron en acciones norteamericanas, principalmente, y en otras cosas como inversiones inmobiliarias.

El monto absoluto de dólares en la economía global no ha cambiado, la FED no ha recogido un solo dólar de los que mandó al mercado. Es decir, siguen por ahí rondando, buscando para donde moverse. La tasa de interés puede subir, es cierto, con efectos probablemente ya anticipados por muchos inversionistas, que miran episodios similares anteriores ocurridos desde el año 1937. Pero aquí debemos empezar a vislumbrar los temas que se volverán relevantes en los próximos meses, para ver qué puede suceder a futuro: los activos emergentes están baratos, porque se han golpeado muy fuerte recientemente; las empresas norteamericanas ahora dependen mucho más de afuera (47% de sus ventas son en países fuera de Estados Unidos), lo cual les crea algunos retos, porque en economías desacelerándose las ventas van a caer —digamos que eso es lógico— y las ganancias locales pasadas a dólares van a disminuir —con los mismos pesos se van a comprar menos dólares, por el aumento en el precio—; lo cual, necesariamente, debe impactar los estados financieros de las empresas norteamericanas.


Estados financieros más malos, deberían traducirse en precios de acciones no tan boyantes como lo han sido hasta ahora. Y si eso sucede, los inversionistas, que son inquietos, buscarán algo que hacer con esos dólares…qué podrá ser? Y si usted estuviera en esa situación, piense en qué haría usted?

lunes, 29 de junio de 2015

Planear inversiones en momentos volátiles


La mayoría de los clientes quisieran saber cuál es la mejor estrategia de inversión en momentos de volatilidad. La respuesta es relativamente sencilla, porque es exactamente igual a la que se usaría en momentos de calma de los mercados financieros, es decir, mantenga un portafolio diversificado, donde haya activos que cumplan perfectamente la teoría de pesos y contrapesos o, poniéndolo en términos levemente más sofisticados, que tengan correlaciones bajas o negativas.

Si bien es cierto que todos (incluyendo los que trabajamos en el mundo financiero), quisiéramos  saber con exactitud qué activo va a ser el más rentable en determinado período de tiempo, lo cierto es que nadie lo puede conocer con certeza. Si todos los “gurús” de inversiones lo supieran, pues todo el mundo compraría al mismo tiempo y lo vendería también al mismo tiempo, haciendo imposible el buen funcionamiento del mercado. O, como suele suceder y está plenamente documentado desde el siglo XVII con los tulipanes en Holanda, todo termina en una burbuja (precios inflados) que terminará reventándose y llevando a lágrimas entre muchos entusiastas que vieron que ese (hacer énfasis en ese) era el activo que tocaba comprar.

La Planeación Financiera personal tiene seis grandes temas, uno de los cuales es la planeación de inversiones, pero aquí se hace el énfasis, de que planear las inversiones no es saber cuál activo va a ser más rentable, sino que se podría definir como cuáles son las inversiones que me hacen cumplir con los objetivos propuestos. Un ejemplo para que sea totalmente claro: si mi objetivo son las vacaciones de fin de año (para las que hacen falta 6 meses), probablemente lo mejor sea una inversión de perfil conservador y poco volátil. Si me arriesgo con inversiones en acciones asiáticas, puedo terminar dándole la vuelta al mundo (si me toca la valorización) o sentado en mi casa viendo televisión (si me toca la desvalorización).

La planeación de inversiones tiene muchas aristas, entre las cuales el equilibrio de variables como rentabilidad, riesgo, etc, son claves. Puede que un activo muy rentable sean los inmuebles, pero debe tener muy en cuenta que son ilíquidos. Puede que el activo más rentable de todos sea poner su propio negocio, pero el riesgo financiero de un nuevo emprendimiento es alto. Si sabemos combinar todas nuestras inversiones, tendremos equilibrado todo nuestro tema de inversiones, que es parte de la planeación financiera personal.

Ahora bien, muchos se estarán preguntando cuáles son los seis temas que componen la planeación financiera personal, y los mismos se pueden resumir en: planeación de ingresos, gastos y ahorro; planeación con seguros; planeación para el retiro; planeación de inversiones; planeación fiscal; y planeación para transferencia patrimonial. Estos son, a grandes rasgos, los que se encuentran en los libros de texto y que componen el universo de lo que queremos hacer con nuestros recursos y con nuestro plan financiero de vida.

Como cualquier ciencia, la planeación financiera tiene expertos que le pueden ayudar en el camino, Déjese asesorar. Digo esto, porque con nuestras finanzas personales nos sucede lo mismo que con el fútbol (soccer): todos creemos saber más que el técnico de nuestro equipo favorito. Y eso, generalmente, no es cierto. 

domingo, 19 de abril de 2015

¿Sabes qué hacer cuando seas grande?


¿Sabes qué hacer cuando seas grande?
En muchas de mis conferencias hago una sencilla pregunta: díganme cuál es la edad de la persona viva, más vieja que conozcan. Las respuestas varían, como es apenas de suponer, pero un común denominador es que la mayoría de la gente conoce a alguien vivo que tiene más de 85 años. Y que vive relativamente bien, saludable y con ganas aún de hacer muchas cosas.

Esta situación que parece tan sencilla, impone retos gigantescos, pues la ecuación es relativamente simple: te vas a jubilar a una edad cercana a los 60 años (dependiendo de algunas características, como el sexo, puede ser un poco más o un poco menos), pero por delante puedes tener una expectativa de vida de más de 30 años, que puede ser, muy similar, a lo que duró tu vida laboral.

Dicen que uno se vuelve viejo cuando pierde la capacidad de hacer cosas por uno mismo, como por ejemplo, manejar un automóvil. Mientras que uno pueda tomar el carro, desplazarse a cualquier parte casi sin restricción, uno no puede considerarse viejo. Y es casi evidente que una persona que se jubila a los 60 años (o 65, para poner una edad más estandarizada a nivel global) no va a salir a sentarse todos los días en un sofá en su casa, por el contrario, es cuando más actividades podrían realizarse.

La situación descrita arriba supone varias cosas, todas juntas a la vez: la pensión de una persona jubilada puede no ser suficiente por los años que le quedan por delante (riesgo de longevidad), pero si la mesada la financia un sistema de prima media es el costo que tiene para las finanzas públicas de cualquier país (riesgo fiscal); además que muchas personas aún en edad productiva, no saben cuánto van a recibir por concepto de pensión una vez llegue ese momento.

Hay otro factor hablando de estos temas y es que digo que las familias cada vez pueden ser menos solidarias: anteriormente, las familias eran tan numerosas, que algún hijo se hacía cargo de los padres mayores; pero en familias con menos hijos, los cuales van a tener también una presión financiera para fondear una longevidad mayor, la posibilidad de que un hijo cuide de su padre, se reduce. Así, es probable que la persona que va a llegar a una edad avanzada deba costear su tema de retiro en gran medida.

Por eso, cada vez es más necesario que, desde jóvenes, empecemos a pensar en planear financieramente para nuestra vida mayor. Es posible que la simple pensión no me fondee las necesidades y que deba complementarla, para poder tener una buena vida por mucho tiempo. Para poder viajar, tener un buen sistema de salud, entre otras cosas.

Poca gente lo piensa así, y no es solo cuestión de nuestros países. Un artículo del pasado 6 de abril de BenefitsPro, mostró los resultados de una encuesta en USA, en la cual se evidenció que cerca de la mitad de norteamericanos no ahorra para su etapa de retiro. Con un detalle adicional: los más jóvenes dicen que van a empezar a ahorrar cuando lleguen a sus 30’s, pero olvidan que por efecto de los rendimientos compuestos, entre más temprano se empiece, el efecto es mucho mejor. Incluso si comienza a los 25 y ahorra durante 10 años, el efecto de largo plazo puede ser mejor que empezar a los 35 años y ahorrar durante los siguientes 30 años de manera constante.

Este es un tema que irá ganando relevancia en los próximos años, pero al que lo entienda de una vez plenamente, tendrá un buen trecho ganado.

La vida no es como la pintan


La vida no es como la pintan
¿Ha escuchado decir que lo único seguro en la vida es la muerte? Sí es así, quizá también haya escuchado el chiste de economista según el cual, “lo único seguro en la vida es la muerte y pagar impuestos”. Es tan segura la muerte, que es la única que ha probado ser 100% eficaz haciendo su trabajo.  Nadie más tiene un porcentaje de éxito tan alto, y es aquí donde empiezan a desprenderse una serie de temas que se vuelven altamente relevantes desde el punto de Planeación Financiera, especialmente lo que tiene que ver con planeación para proteger a tus seres queridos en caso de que faltes.

Que todos nos vamos a morir, es totalmente claro, la pregunta es cuándo. Todos pensamos que va a ser en un futuro lejano y nadie piensa (a menos que sea un preso condenado a muerte) que la fecha va a ser pronto. Pero podría ser mañana mismo. O podría ser hoy, incluso. ¿Por qué no? ¿Por qué eres saludable, no comes cosas malas, haces ejercicio todos los días? Te tengo noticias: en Colombia, por poner solo un ejemplo, se mueren 300 personas al año por rayos. Es decir, casi una persona al día se muere porque un rayo en medio de una tormenta. Y el rayo no distingue entre sanos y menos sanos, es más, si eres lo suficientemente saludable, quizá tengas más posibilidades de morirte por un rayo, pues te puede encontrar trotando.

A los latinos no nos gusta hablar de muerte, tiene una connotación altamente negativa dentro de nuestra cultura. La muerte es sinónimo de cosas malas, y aunque algunos países honran a sus muertos (como el caso de México al celebrar, precisamente, el Día de los Muertos), he encontrado que para nosotros sería preferirnos no morirnos. Por eso, las abuelas responden, cuando alguien habla de morirse de la siguiente forma: “cállese esos ojos”, es decir, no hable de eso. Pero hablar de la muerte no la invoca, al contrario de lo que muchos piensan. Si fuera así, y pensando en sentido contrario, todos hablaríamos de ganarnos la lotería, y en efecto nos la ganaríamos. Pero no funciona de dicha manera.

Hablando de ganar, quién no ha soñado con lo que podría hacer con todo el dinero si se ganara el premio gordo del Lotto. Todo el que va y compra el tiquete de la lotería, apenas lo tiene en la mano empieza a hacerse mil ideas en qué podría gastarse el dinero. Malas noticias: la probabilidad de ganarte el Lotto es una entre más de 8 millones de posibilidades; la probabilidad de que te mueras caminando, es de una entre 50 mil. Así que te recomiendo, cuando compres el tiquete de la lotería no sueñes mucho y ponle atención a la caminada, porque puede pasarte algo malo por estar pensando en qué gastarte todo el dinero.