¿Qué haría usted?
Un incremento en el precio global
del dólar que, mirándolo hacia atrás, pocos esperaban ocurriera en 2015.
Algunos analistas dicen que los fundamentales económicos no tienen nada que
ver, yo creo que sí. No pocas veces la situación de países como Colombia se me
parecía a Tailandia en 1997, justo antes de que algunos fondos de cobertura
especularan contra el Bath tailandés y desencadenaran la denominada crisis
asiática: déficit de cuenta corriente por encima del 6% del PIB, dependencia de
un solo sector, economía sustentada por inversiones externas durante años
anteriores y un sistema de asignación de créditos oficiales y de inversión en
infraestructura que abría muchos interrogantes. Con algunas diferencias,
lógicas por territorialidad, idiosincrasia y épocas, pero la sustancia,
similar.
Pensemos en este punto un poco en
lo que hay hoy: luego de la crisis de 2008, la FED y otros bancos centrales
empezaron a enviar dinero a la economía global, esto, claro está, unido a una
reducción drástica de la tasa de interés. Eso llevó a que muchos flujos
vinieran hacia países emergentes, bajando el precio del dólar, impulsando
activos locales. Ese panorama cambió abruptamente desde 2013, acentuándose en
2014 y este año, en que los flujos de emergentes salieron hacía USA, donde se
refugiaron en acciones norteamericanas, principalmente, y en otras cosas como
inversiones inmobiliarias.
El monto absoluto de dólares en
la economía global no ha cambiado, la FED no ha recogido un solo dólar de los
que mandó al mercado. Es decir, siguen por ahí rondando, buscando para donde
moverse. La tasa de interés puede subir, es cierto, con efectos probablemente
ya anticipados por muchos inversionistas, que miran episodios similares
anteriores ocurridos desde el año 1937. Pero aquí debemos empezar a vislumbrar
los temas que se volverán relevantes en los próximos meses, para ver qué puede
suceder a futuro: los activos emergentes están baratos, porque se han golpeado
muy fuerte recientemente; las empresas norteamericanas ahora dependen mucho más
de afuera (47% de sus ventas son en países fuera de Estados Unidos), lo cual
les crea algunos retos, porque en economías desacelerándose las ventas van a
caer —digamos que eso es lógico— y las ganancias locales pasadas a dólares van
a disminuir —con los mismos pesos se van a comprar menos dólares, por el
aumento en el precio—; lo cual, necesariamente, debe impactar los estados
financieros de las empresas norteamericanas.
Estados financieros más malos,
deberían traducirse en precios de acciones no tan boyantes como lo han sido
hasta ahora. Y si eso sucede, los inversionistas, que son inquietos, buscarán
algo que hacer con esos dólares…qué podrá ser? Y si usted estuviera en esa
situación, piense en qué haría usted?
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