Estructuralmente, depreciación de la moneda
La subida en el precio del dólar frente al peso colombiano ha tomado a muchos por sorpresa. Incluso, algunos de los más mediáticos analistas —entendido como los que más aparecen en medios, especialmente televisados; por lo cual a veces parece necesario apagar el televisor— han empezado a cambiar su perspectiva sobre la divisa norteamericana: de decir a los cuatro vientos que el dólar terminaría el año alrededor de los $1.850; han cambiado su visión y ya hablan algo cercano a los $2.000. Si parafraseamos al Presidente, estos analistas dirían que “solo los bobos no cambian de opinión”, el problema es que cambiaron luego de que la evidencia fue tan fuerte que ya no pudieron soportar los niveles anteriores que habían estimado y les tocó, por la fuerza, ir hacia donde ya muchos estaban, es decir, hacia justificar la depreciación.
Ahora bien, una de las preguntas es si el dólar, después de esa fuerte subida corrige. Es el precio del petróleo o el giro de utilidades al exterior las únicas razones para explicar el actual precio del dólar? Mi respuesta es que no. Desde mi punto de vista el dólar se volvió un activo de retorno asimétrico, que en el mediano y largo plazo tiene todas las características para estar más arriba frente al peso.
Hay cosas que ya se saben, pero que se nos habían olvidado temporalmente, como el déficit en cuenta corriente. Financiado, hasta ahora, con la cuenta de capital, pero que en la medida en que venga menor inversión extranjera directa, esta financiación será más complicada. Tenemos, también, una mayor participación de extranjeros en el mercado local de acciones y, especialmente, de deuda pública. Esto quiere decir que también han llegado flujos por esta vía, pero que cada aumento adicional en la participación en estos mercados volverá aún más marginal cada compra. Me explico, porque suena enredado: los extranjeros en el mercado de TES han pasado de tener el 5% a cerca del 15% en un lapso de algo más de un año. Seguir incrementando ese porcentaje será marginal, si algún día llegan al 20%, pasar al 21% será un efecto menor que cuando pasaron del 6% al 7%.
Pero esto que ha sido bueno porque dinamiza el mercado, tiene un punto en contra: el día que quieran vender, especialmente si es ante un evento que dispare la sensación de riesgo, venderán una proporción muy fuerte en períodos de tiempo muy cortos. Esto, necesariamente, se debería traducir en una depreciación muy fuerte de la moneda local frente al dólar, en plazos muy cortos.
Desde el año pasado vengo sosteniendo que muchos indicadores de algunos países de América Latina —incluyendo a Colombia, claro está— se me parecen a los que tenía Tailandia en 1997 cuando los hedge funds (fondos de cobertura) decidieron atacar, causando los estragos que ya conocemos. Repito, es una de esas oportunidades en que preferiría que estos miedos no se materializaran.
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