Otra vez, al ataque los impuestos
temporales
Se empieza a discutir en el Concejo de Bogotá una propuesta para cobrar
una sobre tasa a la tarifa de parqueaderos públicos de la ciudad, con el argumento
de financiar el Sistema Integrado de transporte Público, SITP. No es la primera
vez —ni será la última, para nuestro infortunio—, que los dirigentes acuden a contribuciones
específicas para financiar algunos proyectos. Lo peor del caso, es que la
demagogia funciona siempre, porque en el imaginario público queda la sensación
de que esto es cobrarles a los más ricos, para el beneficio de todo el mundo;
es decir, una especie de Robin Hood moderno.
Desde la sobretasa a la gasolina, tengo memoria del tránsito de
propuestas similares. La sobretasa comenzó, cómo no, como un sobreprecio de los
combustibles con el fin de financiar proyectos puntuales que, con el tiempo, se
fue convirtiendo en un impuesto permanente, integrado al presupuesto general,
que perdió su proyección inicial y quedó financiando gasto puro, es decir, lo
que se le ocurra al mandatario de turno, incluyendo la mermelada y la tan
famosa aceitada de la maquinaria.
En Bogotá me surgen dudas desde hace varios años, y es cómo en una
ciudad que hoy cuenta con muchas más construcciones, muchos más vehículos,
muchos más negocios; los impuestos no alcanzan. Más construcción a mayores
precios supone mayor recaudo del predial, igual que con los vehículos, que
supone mayor impuesto de rodamiento. ¿A dónde van a parar todos estos recursos?
El problema de los impuestos específicos es que todo mandatario se acostumbra
a vivir con ellos y luego de lo específico se pasa a lo general, y el impuesto
queda permanente. Y eso no debe ser así. Si a una familia le decimos que ajuste
sus gastos, porque tienen menos ingresos, por qué no le decimos al gobierno que
haga exactamente lo mismo?
No y no a una sobretasa a los parqueaderos de Bogotá. Me late que vamos
en camino de convertir los parqueaderos capitalinos en unos de los más caros
del mundo (ajustado por el poder adquisitivo de los pesos colombianos), con una
excusa puntual, que después nos deja el impuesto general.
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