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jueves, 4 de enero de 2018

Del ladrillo al bitcoin...quiero entender

Mi trabajo es altamente interesante y deja muchas enseñanzas cada día, y se puede resumir, digámoslo de cierta forma, en interactuar con personas muy diversas, aunque con un denominador común: quieren encontrar confianza para saber cómo lograr cumplir metas trazadas con base en sus ahorros, su capital y el trabajo de toda su vida.
Y dentro de las enseñanzas diarias, no he podido dejar de pensar la forma en que la cabeza de cada ser humano piensa y toma decisiones, y por eso desde hace unos años me interesé fuertemente por temas que hoy han ganado mucha relevancia y protagonismo, como la sicología del inversionista y, en general, en todo aquello que trata de explicar la razón por la cual las personas toman decisiones muchas veces ilógicas. Así, desde las teorías de Kahneman hasta los escritos del más reciente nobel de economía, Richard Thaler, han nutrido la curiosidad que me despierta el tema de la mente humana.
Y recientemente, he visto con interés la toma de decisiones de una manera de las más locas y disparatadas que pueda encontrarse. Hace unos días, mi buen amigo Felipe Campos, publicó una imagen de Citi Research en se veía que en Colombia las inversiones en Bitcoin ya representan un equivalente al 2% del PIB. Obviamente, hay muchas explicaciones para ese tema, una de ellas, publicada por la Revista Semana, pasa por el hecho de que el lugar del país en que más se mueve el Bitcoin es Caquetá, fenómeno explicado, según los analistas, por el hecho de que eso permite de manera relativamente fácil la legalización de capitales provenientes de actividades ilegales, pues los dólares mal habidos son cambiados, en efectivo, por bitcoins que entran al circuito económico sin control ni seguimiento de ninguna autoridad.
Pero más allá de la explicación de la ilegalidad, hay un hecho que me ha llamado poderosamente la atención: muchas personas recientemente me dicen que quieren invertir o que han invertido en bitcoins y, de hecho, he visto capitales salir de inversiones tradicionales hacía una aventura en criptomonedas. No siempre capitales pequeños, en algunas ocasiones, capitales relativamente grandes. La fiebre del oro cibernético, podría decirse (no entraré en el juicio de discutir en sí misma la inversión en criptomonedas, sino el comportamiento que explicaré en el párrafo siguiente).
Lo curioso de la historia es que muchos inversionistas del bitcoin son los mismos que, tradicionalmente, han dicho que la inversión más segura es la finca raíz, que los ladrillos siempre están ahí, que eso siempre se valoriza, entre muchas explicaciones. Son personas que, al hablarles de bonos o de acciones, y del funcionamiento de estos activos, dicen que no se entiende el tema de la fluctuación de los precios, que no es clara la forma en que funciona una acción o un título de renta fija. Y me llama fuertemente la atención, porque muchos están convencidos de forma ciega en la inversión en criptomonedas tema que, debo admitir, no conozco a profundidad y no he logrado entender en su totalidad.
No entraré en detalles de lo que es un bono o una acción, aunque por mi propio sesgo de lo que es mi trabajo, creo que tienen, en mayor o menor medida, un entendimiento más simple de lo que es una criptomoneda para la mayoría de la gente. Por eso, es que estos impulsos de inversión tan radicales (pasar de la finca raíz al bitcoin, sin filtro intermedio) son un muy buen tema de análisis, porque del ladrillo al bitcoin hay un océano de distancia.      

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